miércoles, marzo 11, 2009

Fragmento: La deuda que el Psicoanálisis tiene con la Histeria: ¿Es suficiente con sólo reconocerla?


Por Maite Fernández Soriano

La histérica lo que plantea, es que no puede determinar el objeto de su deseo. Su interés reside entre los personajes de su escena, pero no en los personajes. Si bien sostiene una relación, no se sitúa en ella. Se propone como un objeto, sin deseo, causando simplemente el deseo del Otro (en el orden del lenguaje). Se identifica a la falta y se queda en la falta. El sujeto se mantiene en la función de la Represión y como sujeto del Inconsciente, así se manifiesta en el síntoma (manifestación completamente subjetiva por parte del paciente de un estado patológico), que es donde está su único Goce. Sufre, y lo dice, pero pide Saber. Al ofrecer su síntoma al Saber del Otro, se ofrece ella misma como síntoma, ofreciendo generalmente su cuerpo al reconocimiento del medico, el cual siempre resulta insuficiente.

De esta manera, tras el síntoma histérico hay goce, hay un saber y ese saber está erotizado. Ella encarna esta Verdad, pero es demasiado inconsciente para asumirla, no se acerca a la Verdad para asumirla, sino para reprocharla. Su discurso denuncia al Otro como responsable de que no exista relación sexual, pues el falo es el único significante (masculino), que significa tanto al hombre como a la mujer. Ella no se resigna a no tener un significante que la represente, de ahí su insistencia en la pregunta sobre que es y que quiere la mujer. Frente al goce de la angustia y del síntoma, Freud le propuso el goce fálico: ¡Hable!

Hay una inercia pulsional del goce sexual y la resistencia tiene que ver con la libido que se rehúsa a pasar a significante, es decir, a la castración. El rechazo a someterse al significante es la parte del ser que llamamos Goce. Se plantea pues una paradoja, ya que, si bien l histérica introduce el deseo de saber sobre lo Real y lo femenino, rechaza a la vez el saber sobre la castración y la femineidad. Es necesario que se someta al falo para que alguna otra cosa pueda advenir. La histérica se inventa la figura de un Amo castrado, construido bajo la imagen de la impotencia. Ella quiere extraerle el Saber al Amo, en posición de Amo, convirtiéndolo en el esclavo del trabajo que le deja, coaccionándolo a producir la respuesta, eludiendo su castración y su goce.
El enfoque necesario nos lleva a plantear un corrimiento para hacer de la histerica el "objeto causa del deseo" en lugar del deseo como objeto, de modo que ella no siga aguantando la falta, sosteniendo un padre no castrado, con su sacrificio y su sufrimiento, colocando el No Todo (en el inconsiente hay falta) del lado del analista. Ya que el goce de esa insistencia de Saber va a fracasar siempre, pues la histérica verifica que el falo es solo semblante; y, parándola en lo imposible de su búsqueda, se le ofrecería otra imposibilidad que le entregara la Verdad que soporta y encarna en su síntoma, para que pueda liberarse de ella. Momento de Verdad, palabra plena y cura.

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